¡Cada vez más ansiosos!

Diversidad

Debido a los problemas ambientales ahora también presentamos “ecoansiedad”
Uno de los más grandes desafíos de la Humanidad, es hacer frente a los enormes problemas ambientales que amenazan el presente y el futuro de la vida en la Tierra. 

En el intento por generar conciencia sobre los efectos perjudiciales que tiene el comportamiento humano en los entornos naturales, paradójicamente, nuestras acciones no sólo comprometen la calidad del medio ambiente: también ponen en peligro la salud mental de las personas.

El cambio climático es considerado en la actualidad como el mayor reto al que se enfrentan la ciencia y la sociedad y, pese a que fue muchas veces conceptualizado como "un problema que afecta principalmente a los osos polares", se hace cada vez más evidente que todos estos fenómenos pueden causar, directa o indirectamente, patologías físicas y psicológicas en los seres humanos.

Por ejemplo, la salud física de las personas se ve comprometida tanto por las altas temperaturas, como por la inhalación de partículas contaminantes habituales en el aire que respiramos, además de la mayor propagación de enfermedades que anteriormente se daban de forma más localizada. A ello se une el impacto social derivado de las migraciones forzosas y los conflictos ligados al cambio climático.

Es por eso que vienen creciendo constantemente las consultas psicoanalíticas relacionadas con el nuevo mal de este tiempo, llamado "ecoansiedad", el cual tiene que ver con la frustración al ver una falta de respuestas ante la crisis climática.

Según se difundió, la clave para sobrellevar un problema que excede la acción individual y requiere de la intervención de los estados, tiene que ver con “centrarse en el aquí y el ahora”.

Ecoansiedad: una necesidad que se hace notar

Los científicos demostraron que las fuertes tormentas asociadas al aumento de las temperaturas globales, influyeron en algunos estados de niveles elevados de estrés post-traumático, depresión, ansiedad, y abuso de sustancias, como el alcohol. A lo anterior se le agrega también el estrés derivado del impacto de los desastres naturales en la infraestructura física y social, incluyendo el cierre temporal de centros educativos y de salud, además de la disrupción de los sistemas de transporte.

A este conjunto de sensaciones, se las englobó a todas dentro de la categoría de "ecoansiedad".

¿Cómo creció la ecoansiedad en estos años y en qué niveles nos encontramos?

Diferentes investigaciones llevadas a cabo en varios países como España, Estados Unidos, Brasil, Nigeria, Reino Unido, Italia, Alemania, Canadá, Filipinas e India, demostraron que existe una respuesta emocional negativa ante el cambio climático la cual creció en estos últimos años y, aún siendo común, en la mayoría de los casos no puede considerarse patológica.

Los niños y adolescentes son especialmente sensibles a sufrir ecoansiedad ya que, en su sentido del tiempo, el lugar y el yo aún se están formando. Así, los problemas ambientales abstractos, como el cambio climático, pueden resultarles abrumadores, desencadenando en ellos frustración, miedo y desesperanza.

Los resultados de una investigación llevada a cabo en Reino Unido con niños/as de entre 8 y 16 años mostraron que el 73% de ellos afirma estar preocupado por el estado del planeta. De ellos el 19% tuvo pesadillas en relación al cambio climático y el 41% no confía en que los adultos vayan a tomar medidas eficaces para mitigar la crisis climática.

El 40% de los adolescentes, según un estudio hecho en España, se pregunta por qué no puede manejarse mejor el problema del cambio climático. Y de ese porcentaje, un 15% de ellos afirma tener complicaciones para concentrarse como consecuencia del cambio climático, lo cual podría generar graves repercusiones en su vida diaria, como por ejemplo en el mundo académico.

La evidencia científica actual, destaca que la ecoansiedad se extiende y seguirá extendiéndose en diversos grupos de población. Cuando la frustración, la desesperanza y el nerviosismo asociados a la crisis climática nos paralizan, dificultando nuestra vida diaria, es momento de acudir a ayuda profesional.

En ella encontraremos herramientas que nos permitan lidiar con la incertidumbre e in-controlabilidad del cambio climático desde un estado de ánimo más sereno. En general, los niveles de ecoansiedad encontrados, tanto en adultos como en niños/as, se sitúan en rangos funcionales que, a pesar de su incomodidad, no precisan de ningún tipo de intervención psicológica. Estos niveles moderados de ansiedad ponen de manifiesto la creciente preocupación de las personas por el estado de la naturaleza, por su propio bienestar y por el de las próximas generaciones.