Los estudiantes discriminaban a una niña por ser buena alumna mientras que el Colegio miraba para otro lado
La Sala Segunda de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Mar del Plata determinó que el Colegio Galileo Galilei deberá pagarle una suma superior a los 6 millones de pesos a una alumna que fue víctima de “bullying” por parte de sus compañeros mientras cursaba en el establecimiento. La institución privada se encuentra a metros del Hospital Italiano de la ciudad balnearia. La decisión, inusual para Argentina, cobró estado nacional a partir de su publicación en tapa del Diario La Nación de hoy miércoles 12 de julio.
Según la denuncia, la estudiante sufrió reiterados episodios de acoso escolar desde el año 2017 hasta 2019, lo que derivó en un cuadro de estrés y el desarrollo de convulsiones y ataques de epilepsia, tal como fue certificado por estudios neurológicos.
El fallo, firmado por los jueces Alfredo Méndez, Roberto Loustaunau y Ricardo Monterisi, establece que, debido a la incapacidad generada en la joven, la entidad educativa deberá abonarle $3.178.847,98 más los intereses. Además, se deberá agregar una suma de $3.199.999 en concepto de resarcimiento por daño moral.
Quedó probado que el período en que ocurrieron los hechos, la alumna, identificada como S, sufrió agresiones, insultos, intimidaciones y violencia física por parte de sus compañeros de curso. Esa violencia se manifestaba a través de empujones, humillaciones y exclusiones tanto dentro como fuera de las clases.
En primera instancia, la jueza Mariana Tonto de Bessone destacó que la institución no brindó contención psicológica en el gabinete escolar, y no implementó el Acuerdo de Convivencia (Ley 26.892 del 2013), lo cual indica que mientras que sucedían estos episodios las autoridades del Colegio miraban para otro lado. En el fallo no queda claro que hizo el Ministerio de Educación para el cumplimiento de la Ley en este centro educativo.
Un amigo testigo de la alumna brindó detalles sobre las situaciones de bullying que enfrentó, mencionando que “la calificaban como tragalibros, la estudiosa, recriminándola que por su culpa los iban a mandar al frente a todos. Además, la miraban mal, le decían que sus ideas eran muy malas, la discriminaban, la dejaban afuera de los grupos de WhatsApp”.
Además, la jueza probó que también se produjeron ultrajes físicos, como empujones, trabas para hacerla tropezar y otras acciones, como escribir con marcador en su ropa, ponerle chicle en el pelo y derramar gaseosa sobre su cabeza.
