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Diversidad

Una humilde fisoculturista de Nueva York recibirá u$s 11,25 millones por haber sido despedida, no por llegar tarde, sino por ser negra.
El exclusivo gym Equinox Holdings quedó obligado pagar a una ex entrenadora de color 11,25 millones de dólares por una demanda por discriminación racial.

La empresa de fitness de lujo argumentó que su despido se produjo a consecuencia de sus reiteradas llegadas tarde (47 veces en 10 meses). La demandante, ahora multimillonaria, la fisoculturista Röbynn Europe argumentó que el hecho ocurrió debido al color de su piel y no al descuido de su trabajo. Trabajó en Equinox menos de un año. Un jurado de cinco mujeres blancas en Nueva York tardó solo una hora en dar su veredicto: Equinox debe pagarle 10 millones de dólares por “daños punitivos” y otros 1,25 millones de indemnización por la “angustia sufrida” por la actora.

El grupo norteamericano Equinox fue fundado hace 32 años. Opera con varias marcas, en más de 300 locales distribuidos en ciudades de Estados Unidos, Londres, Toronto y Vancouver. Su sede principal está en Nueva York, adonde existen 35 locales. Se trata de la iniciativa de inversores norteamericanos que incluye a los empresarios Harvey Spevak y Scott De Rue, así como a directores del gigante inmobiliario The Related Companies.

El juicio forma parte de un largo y creciente historial de fallos por discriminación que mueven millones. En noviembre pasado FedEx quedó obligado a pagar 366 millones a una vendedora negra. Mas recientemente Wall Street quedó conmocionada con otro juicio que perdió Goldman Sacks de 215 millones a mujeres por discriminación de género. Y la lista sigue. Röbynn de origen humilde (terminó su séptimo grado becada en colegio de niñas), luego de este fallo ahora es multimillonaria.

La demandante dijo en el juicio que su tiempo en Equinox fue tan estresante que la bulimia, con la que luchó durante gran parte de su vida, empeoró. Argumentó que mientras trabajaba allí su condición era lo suficientemente mala como para comenzar a vomitar varias veces al día y comenzar a vomitar sangre. Finalmente tuvo que ingresar a un programa de tratamiento para trastornos alimentarios. Sus abogados, todos ellos mujeres, argumentaron que las quejas por discriminación de su cliente a los jefes masculinos no fueron escuchadas. Röbynn nunca negó que a menudo llegaba tarde al trabajo, pero sus abogados presentaron a los jurados un cuadro que indicaba cuántas otras personas tampoco se presentaron a tiempo, sin embargo, con relativamente pocas consecuencias. En su moción para que el caso fuera reevaluado, los abogados del gimnasio no discutieron la ocurrencia de quejas por comentarios racistas y sexuales hechos por la actora, pero argumentaron que eran demasiado pocos para respaldar las afirmaciones de un lugar de trabajo hostil. Más allá de eso, sostuvieron que la angustia emocional que sufrió Röbynn en función de su tiempo en el gimnasio no fue lo suficientemente "atroz", un término legal, para justificar la cantidad de dinero que recomendó el jurado.