De la vid a la energía limpia: Mendoza revoluciona sus canales de riego

Energías Limpias

Mendoza está a punto de transformar su paisaje productivo, con una idea tan innovadora como audaz: convertir sus más de 12.000 kilómetros de canales de riego en una fuente de energía renovable que podría cambiar las reglas del juego económico y energético. El proyecto, impulsado por investigadores del CONICET, promete no solo regar los icónicos viñedos y frutales de la provincia, sino también generar electricidad limpia para bodegas, fincas, hogares y, potencialmente, el sistema eléctrico nacional.

El cerebro detrás de esta revolución es el ingeniero aeronáutico Mauro Grioni, becario posdoctoral del CONICET, quien lidera el desarrollo de turbinas hidrocinéticas diseñadas específicamente para aprovechar el flujo constante de agua en los canales mendocinos. “Estamos frente a una oportunidad única: una infraestructura que ya existe, que sostiene la economía agrícola de la región, puede convertirse en un motor de energía sostenible”, explicó Grioni con entusiasmo. Su visión no es solo técnica, sino estratégica: los canales, que transportan agua para el 70% de la producción vitivinícola y frutícola de Mendoza, podrían generar hasta 100 megavatios de potencia si se implementa el sistema a gran escala, según estimaciones preliminares basadas en el caudal promedio de los canales.

Innovación de alto vuelo

El diseño de estas turbinas no es un simple experimento: incorpora tecnología de punta tomada de la industria aeronáutica. Las aspas de las turbinas cuentan con winglets, esas pequeñas aletas en los extremos que optimizan la aerodinámica en los aviones. En este caso, los winglets incrementan la eficiencia hidrodinámica, permitiendo que las turbinas generen hasta un 20% más de energía en comparación con diseños tradicionales, según simulaciones del equipo de Grioni. Este avance podría traducirse en un ahorro significativo: una sola turbina, instalada en un canal de caudal medio, podría producir energía equivalente al consumo anual de 50 hogares promedio, con un costo de instalación estimado en un 30% menos que otros sistemas hidráulicos convencionales.

A diferencia de las megarepresas, que requieren inversiones multimillonarias y generan impactos ambientales significativos, estas turbinas son una solución elegante y sostenible. Se instalan directamente en los canales sin necesidad de modificar su estructura, lo que reduce costos y preserva el ecosistema. “Es una tecnología que respeta el entorno y maximiza el uso de recursos ya disponibles”, destacó Grioni.

Impacto económico

El impacto económico de esta iniciativa podría ser monumental. Mendoza, que aporta el 68% del vino argentino y genera exportaciones por más de 1.500 millones de dólares anuales, podría diversificar su matriz productiva al convertirse en un polo de energía limpia. Según cálculos iniciales, la implementación de turbinas en el 10% de los canales podría generar ingresos adicionales por 50 millones de dólares al año en venta de energía, además de reducir la dependencia de combustibles fósiles en un contexto donde el 40% de la matriz energética argentina aún proviene de fuentes no renovables.

El proyecto también tiene un impacto social directo: las bodegas y fincas, que consumen hasta 200 gigavatios-hora al año en procesos productivos, podrían autoabastecerse con energía limpia, reduciendo costos operativos en un 15-20%. Esto, a su vez, podría traducirse en precios más competitivos para los vinos y frutas mendocinos en el mercado global.

De Mendoza al mundo

El equipo de Grioni ya está trabajando en la construcción de un prototipo que será probado en un canal real de Mendoza durante 2026. Cada turbina será ajustada al caudal y la velocidad del agua, optimizando su rendimiento para entornos específicos. Aunque el proyecto nace en los canales mendocinos, su diseño es escalable y podría aplicarse en otras regiones de Argentina, como los canales de riego de Río Negro o San Juan, e incluso en corrientes marinas costeras, abriendo la puerta a un mercado global de energía hidrocinética valuado en 55.000 millones de dólares para 2030, según proyecciones internacionales. En un mundo que clama por soluciones frente al cambio climático, Mendoza está sembrando una idea que podría cosechar mucho más que uvas: un futuro donde los canales que nutren sus tierras también alimenten un modelo energético limpio, rentable y sostenible. Con este proyecto, la provincia no solo reafirma su liderazgo en innovación, sino que se posiciona como un faro de inspiración para el mundo.

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