Sigue el ruido (y mucho) con pocas nueces para preservar el Amazonas

Sustentabilidad

Una cumbre de ocho países en Brasil sirvió para firmar de un documento de 113 puntos colmado de expresiones de deseo pero vacío de contenidos prácticos 
Los líderes de ocho países que hospedan la región del Amazonas firmaron la “Declaración de Belem”: un imaginativo texto, pletórico de buenas intenciones, que no establece medidas concretas para frenar el desmonte de la mayor selva tropical del planeta.

Lo más concreto del encuentro fue erigir un atril político para criticar a los países desarrollados por no movilizar 100.000 millones de dólares anuales en el financiamiento climático. Sin embargo, no estableció compromisos concretos de los países afectados, al no plantear metas de deforestación y sobre la explotación del petróleo, se comprometieron a "iniciar un diálogo sobre la sostenibilidad de sectores tales como minería e hidrocarburos".También se acordó la creación de un nuevo organismo burocrático, llamado Centro de Cooperación Policial Internacional en el Amazonas, responsable de coordinar los esfuerzos de las autoridades locales para proteger el bioma amazónico, coyas opiniones no serán vinculantes, ya que se dejó libertad a los gobiernos para seguir con sus propios métodos de protección (que claramente fracasaron hasta ahora).

El desmonte de bosque en esta región tiene un impacto ambiental gigantesco, pues libera el carbono que se conserva en la vegetación. Los bosques tropicales son densos en carbono y al deforestarlos, se generan emisiones que contribuyen al cambio climático. Por ejemplo, entre 2010 y 2020, el Amazonas brasileño perdió 14,9 millones de hectáreas de bosque primario húmedo; el 45% de la pérdida total de cobertura arbórea del país.

Los países firmantes de esta montaña de declaraciones políticas sin correlato en la práctica fueron Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela informó la Agencia Brasil. La falta de medidas concretas fue lamentada por diferentes organizaciones. El Observatorio del Clima, una red que agrupa a más de 90 organizaciones, informó que el documento “repite la suerte de otras declaraciones multilaterales y nivela los compromisos a la baja. Al hacerlo, en un contexto de emergencia climática, le falla al bosque y al planeta”. En una nota publicada en su sitio web oficial, la red califica la declaración como “una hermosa carta de intenciones” que tiene méritos, por ejemplo, en reconocer que la Amazonía está bajo amenaza de llegar a un punto de no retorno [el momento en que el bioma no podrá recuperarse]. No obstante, refuerza el tono crítico al señalar que el texto “no ofrece soluciones prácticas y un calendario de acciones para evitarlo”.

La necesidad de eliminar la deforestación fue ignorada en el documento firmado por los jefes de Estado participantes en la reunión. El punto se lamenta especialmente dado que la mayoría de los países de la región ya se han comprometido con la deforestación cero para 2030, en un término firmado durante la COP26, en Glasgow, Reino Unido, en 2021. El Observatorio del Clima también afirmó que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, “se aisló” al hacer un discurso que reflejaba la realidad climática y la necesidad de actuar. Al respecto Petro trajo a la cumbre su prédica presentada en noviembre del año pasado en la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático. Según el mandatario colombiano “la crisis climática solo se supera si dejamos de consumir hidrocarburos. Es hora de desvalorizar la economía de los hidrocarburos con fechas definidas para su final”. Y agregó en aquel entonces, la misma prédica que volvió a llevar a Belem: “la solución es un mundo sin petróleo y sin carbón”. Los mandatarios lo escucharon pero sobre su propuesta se hicieron los distraídos. El discurso de Petro no resonó entre los otros líderes presentes en la reunión. “Al no incorporar al documento la propuesta colombiana de suspender la exploración de petróleo, gas y carbón mineral, los países amazónicos se suman a tradicionales villanos climáticos, como Arabia Saudita, Rusia y EE.UU., y a nuevos, como Reino Unido, y permitir la continuación de la juerga petrolera hasta que el mundo arda”, puntuó la red.

“Es muy positivo que tengamos un documento integral, que reconoce la urgencia de acabar con la deforestación, la importancia de los pueblos indígenas y comunidades tradicionales y la necesidad de medidas especiales para proteger a los pueblos indígenas en aislamiento y en contacto reciente. Es evidente, sin embargo, que aún con las buenas intenciones de los discursos, los gobiernos aún están lejos de las decisiones necesarias para evitar el punto de no retorno”, puntualizó Adriana Ramos, asesora de Política y Derecho Socio ambiental del Instituto Socioambiental (ISA) reconocimiento y preocupación.

Otra organización internacional, WWF-Brasil, reconoció el “importante mensaje político” representado por la declaración, que deja en claro la necesidad de una acción inmediata para evitar llegar al punto de no retorno en la Amazonía. Sin embargo, la entidad también lamentó la falta de metas objetivas. “Es necesario adoptar medidas concretas y contundentes que sean capaces de eliminar la deforestación lo más rápido posible. Combatir y eliminar el oro ilegal, y la consecuente contaminación por mercurio, que se ha convertido en un problema ambiental y de salud pública en la región, requiere igual atención y urgencia”, dijo el director ejecutivo de la organización en el país, Mauricio Voivodic.