Todo se puede reciclar y una empresa mendocina lo demuestra.

Sustentabilidad

Dervinsa utiliza residuos de la industria vitivinícola para generar otros productos que son exportados.

La empresa mendocina Dervinsa recicla 200.000 toneladas de orujos y borras al año que los transforma en bioproductos como ácido tartárico, alcohol vínico y aceite de pepita de uva. A su vez, convierte a través del compostaje, otros residuos orgánicos en abono que utilizan las mismas bodegas para sus viñedos. Además, crean energía térmica para alimentar sus procesos productivos, sustituyendo el 95% de los combustibles fósiles que usaban.

Es una colaboración público-privada con la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo, el Ministerio de Ambiente de Mendoza, diferentes municipios y más de 600 bodegas que quieren realizar upcycling y crear valor con sus residuos.

Roland Kosche, gerente general de Dervinsa, explicó a Diario UNO que lo más básico que se puede hacer con los residuos verdes es generar energía a partir de quemarlo, pero el mejor camino es crear subproductos que sirvan para la nutrición de la tierra, animal y humana.

Este tipo de residuos tienen un volumen importante, que ocupa mucho lugar en los vertederos. Además, si bien parecen inocuos, tienen una carga de jugos muy alta, que si se desecha en cualquier lugar, van a contaminar el agua a través de sus líquidos lixiviados.

Pioneros con 86 años de historia

Dervinsa tiene origen inglés, nació hace 86 años como un conjunto de plantas que fabricaban ácidos sulfúricos, orientado a la química dura. Pasó por diferentes dueños con capitales españoles, franceses y actualmente es japonesa pero los empleados se han mantenido.

Roland explicó que desde que comenzó la empresa el enfoque es el mismo, pero actualmente el mundo tiene el foco en el tipo de industria vitivinícola, en la sustentabilidad y el cuidado del medio ambiente. El motivo original era hacer productos químicos con calidades muy altas.

"Existen muy pocas plantas en el mundo capaces de fabricar ácido tartárico y es nuestro producto estrella. No existe ninguna industria que lo fabrique en Estados Unidos y es un insumo esencial para la fabricación de vino", sostuvo orgulloso el gerente.

Añadió que más del 60% del alcohol que hacen se exporta a Europa y si bien son "los reyes de la fabricación de alcohol", están comprando en Argentina porque se produce grapa, aguardiente y alcoholes neutros con tecnología de punta.

Reciclan miles de toneladas al año

"Hoy día recibimos alrededor de 200.000 toneladas de residuos de la industria vitivinícola. Como hemos ido profundizando los vínculos, incluso estamos trayendo los nodos de las plantas efluentes, no solamente los orujos y las borras, sino que cualquier subproducto orgánico que tengan", dijo Roland.

Dan una disposición final responsable a las biomasas vínicas descartadas del proceso de elaboración del vino de forma que disminuya la huella de carbono que genera la industria y aportar al desafío ambiental.

"El corazón de nuestra empresa está en utilizar los residuos de la industria vitivinícola para generar tres productos: ácido tartárico, alcohol y aceite de pepa de uva. Somos la única empresa que le da un uso industrial a los orujos y a las borras", explicó el gerente de Dervinsa.

Tienen convenio con 680 bodegas, lo que representa el 79% de las que están en actividad, desde Salta y hasta Río Negro. Cuando se degradan los residuos orgánicos, bajan el volumen a una cuarta parte. Según la necesidad de cada industria, se manda el compost para la cobertura de sus suelos.

Roland explicó que el compost es un sustrato orgánico que toma más o menos ocho meses para su fabricación y la idea es que vuelve a nutrir la tierra. Agregó que tiene un volumen reducido, pero con mucho más nutrientes que se concentran y genera una economía circular. Elaboran un promedio anual de 20.000 toneladas entre compost, sustrato y abono orgánico.

Han avanzado hacia los residuos de la industria del tomate, del ajo, de la papa, frutos secos, carozos de durazno, para fomentar que pueden recibir cualquier residuo orgánico y luego investigar en qué lo pueden transformar.

La empresa, que tiene más de 150 trabajadores directos, tiene convenio firmado con San Martín por un volumen de 100m3 de residuos de poda al mes, en marzo acordaron con el Ecoparque por 50m3 mensuales y a partir de esa alianza se sumaron Capital, Junín y Godoy Cruz.

Dervinsa entrega un certificado de destino final, con el que entidades públicas y privadas demuestran que no están contaminando, sino que los residuos de ellos terminan en un lugar que va a crear valor.

"No nos queremos quedar, vamos a hacer en conjunto con la Facultad de Ciencias Agrarias una hackathon a fines de mayo. Va a ser una invitación abierta a los alumnos para explicarles los desafíos, que trabajen un día y hagan propuestas de valor", dijo Roland.