En Córdoba hicieron un estudio nunca antes hecho y los resultados no fueron buenos

Sustentabilidad

En un hecho sin precedentes en la Argentina, se midió cuál es la huella de carbono de un relleno sanitario. Y el sitio donde se llevó adelante el estudio fue donde la ciudad de Córdoba destina sus residuos, en el límite sur del ejido municipal.

Se trata del vertedero sanitario de Piedra Blanca, operado por la Corporación Intercomunal para la Gestión Sustentable de los Residuos del Área Metropolitana de Córdoba (Cormecor), que se convirtió en el primer relleno sanitario en medir su huella de carbono organizacional.

El estudio, llevado a cabo de acuerdo con la rigurosa Norma ISO 14064-1, reveló datos cruciales sobre las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas por las operaciones del vertedero y sentó las bases para la implementación de estrategias innovadoras de mitigación y compensación.

El informe técnico, elaborado por la consultora ambiental Geotellus SRL, desveló que la huella de carbono del vertedero de Piedra Blanca para el año 2023 ascendió a la impactante cifra de 489.801,27 toneladas de CO2 equivalente.

La principal fuente de estas emisiones, representando un abrumador 98,85% del total, fueron las emisiones fugitivas del relleno sanitario, compuestas en su mayoría por metano (CH4), un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento global significativamente mayor que el dióxido de carbono (CO2).

El factor de emisión específico calculado para el vertedero es de 0,673 toneladas de CO2 equivalente por tonelada de residuo generado. Constanza Mías, titular de Cormecor, destacó que se trata de un factor que no se puede comparar con otros rellenos del país, ya que jamás se hizo un estudio de este tipo.

Pero que comparado con estudios similares en España, Vietnam y Tailandia, es un buen resultado. En el primero, el factor es de 0,772; el segundo de 0,696 y el último, 0,925.

El estudio también identificó otras fuentes de emisiones relevantes, como el consumo de combustibles fósiles en la maquinaria y vehículos utilizados en las operaciones del vertedero, así como las emisiones indirectas asociadas con el transporte de los trabajadores y el traslado de materiales a plantas de reciclaje.

El consumo de agua y energía eléctrica, aunque en menor medida, también contribuyó a la huella de carbono total.

El metano: el desafío principal

El informe subrayó la importancia crítica de abordar las emisiones de metano generadas por la descomposición de los residuos en el vertedero.

Se evaluaron diversas estrategias para mitigar estas emisiones, incluyendo la captura y valorización del biogás producido en el relleno sanitario y la implementación de tecnologías de combustión controlada para transformar el metano en CO2, reduciendo así su impacto en el calentamiento global.

Hay que recordar que está prevista la instalación de generadores en el predio, que utilizarán el gas que captará en las fosas nuevas y en las que se están por habilitar en septiembre próximo.

Mías destacó que la producción del predio permitirá proveer de energía eléctrica a unas cinco mil conexiones, o el equivalente a una ciudad de 20 mil habitantes.

La corporación se comprometió a mejorar sus procesos de separación de residuos para aumentar la cantidad de materiales reciclados y reducir la cantidad de desechos que terminan en el vertedero. Además, se buscó fortalecer las alianzas con empresas que se dedican a la revalorización de residuos, como la producción de combustibles derivados de residuos (CDR), fomentando así la economía circular y la reducción de emisiones.

La empresa consideró la posibilidad de migrar su flota de vehículos y maquinaria hacia biocombustibles más sostenibles, como el biodiésel B20, y evaluó la posibilidad de utilizar CDR como fuente de energía alternativa en sus operaciones.

Asimismo, Cormecor se propuso incrementar el uso de energías renovables en sus instalaciones, incluyendo la instalación de paneles solares y el aprovechamiento del biogás generado en el vertedero.

Medidas de compensación

El estudio también plantea medidas para neutralizar las emisiones inevitables mediante proyectos que absorban o capturen carbono. El informe detalla un plan de forestación, incluyendo la selección de especies nativas, el diseño de parcelas y cortinas forestales, y la estimación de la captura de CO2.

Mías explicó que se construirá un vivero en el predio en colaboración con la Universidad Nacional de Córdoba de la que saldrán los ejemplares para forestar el predio de casi 100 hectáreas. “Y también firmamos con los demás municipios que forman parte de la corporación la posibilidad de realizar tareas de forestación con 1.500 árboles en sus jurisdicciones para compensar la huella de lo que traen al enterramiento”, anunció la funcionaria.

También se discute la posibilidad de utilizar bonos de carbono para compensar emisiones, aunque se enfatiza la importancia de priorizar la reducción directa de emisiones en la fuente.

La historia de Piedra Blanca

El hoy Parque Industrial de la Economía Circular nació como “predio de disposición provisorio” de la basura de Córdoba. Piedra Blanca fue habilitado en 2010 luego de la clausura del enterramiento sanitario de Potrero del Estado. Ese complejo aún podía seguir operando por varios años más, pero el entonces intendente Daniel Giacomino decidió el cierre por la resistencia de un grupo de vecinos de Bouwer.

Los efectos fueron nefastos. Se terminó de golpe con la previsibilidad en el destino de los residuos, se dejó por años una fosa sin cerrar en Potrero del Estado que requirió de miles de camionadas de tierra –con sus consecuencias ambientales– y se abrió la puerta a un enorme problema para radicar un nuevo relleno.

Piedra Blanca, que iba a durar un año porque una empresa llamada Innviron iba a “gasificar la basura” –y que al final no tenía antecedentes válidos–, sigue recibiendo desechos hasta hoy. Las fosas crecieron a lo alto, y en el paisaje se generó una enorme montaña que en su interior tiene más de 9 millones de toneladas de residuos.