El sector europeo de la aviación recuperó casi por completo los niveles de actividad previos a la pandemia, según un reciente estudio de Transport & Environment (T&E). En 2024 se registraron 8,4 millones de vuelos desde aeropuertos europeos, alcanzando el 96% del número de vuelos de 2019 y el 98% de las emisiones de aquel año, con un total de 187,6 millones de toneladas de CO₂ emitidas.
El informe señala que diez aerolíneas fueron responsables del 40% de las emisiones totales de la aviación europea. Ryanair lideró la lista con 16 millones de toneladas de CO₂. La segunda europea más contaminante fue Lufthansa (10 Mt CO₂). Y la tercera fue British Airways (9 Mt CO₂). A esta troika le siguieron Air France (8 Mt CO₂); EasyJet (8 Mt CO₂); Emirates (5 Mt CO₂); Wizz Air (5 Mt CO₂); Iberia (4 Mt CO₂); y, United Airlines (4 Mt CO₂).
Bosco Serrano Valverde, responsable de combustibles sostenibles para aviación y marítimo de T&E España, criticó duramente la situación: “Las emisiones de la aviación están fuera de control. El sector sigue eludiendo el verdadero coste de su contaminación, mofándose de las promesas de las compañías aéreas de construir aviones más ecológicos tras el COVID. Si Europa sigue por este camino, la aviación ‘verde’ seguirá siendo un producto de la imaginación. La revisión del próximo año de los mercados de carbono de la UE es la oportunidad para rectificar una laguna en la legislación actual y garantizar que las aerolíneas paguen el verdadero coste de su contaminación”.
El estudio destaca que las rutas más contaminantes de 2024 fueron intercontinentales, con Londres-Nueva York a la cabeza. Sin embargo, estas emisiones no están sujetas a los mercados de carbono de la UE, Suiza ni el Reino Unido, que solo regulan vuelos intraeuropeos. Como resultado, hasta el 70% de las emisiones de CO₂ de la aviación europea no tuvieron precio en 2024. Por ejemplo, Iberia pagó 61 millones de euros por sus emisiones reguladas, pero evitó pagar 194 millones adicionales por sus vuelos extraeuropeos.
T&E urge a la Unión Europea a ampliar el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión (RCDE o ETS) para incluir todos los vuelos de salida, una medida que podría generar hasta 7.500 millones de euros adicionales en 2024. Esos fondos podrían destinarse a tecnologías verdes, como combustibles de aviación sostenibles (SAF), y aviones eléctricos o de hidrógeno, esenciales para la transición ecológica del sector.
Expansión de las aerolíneas de bajo coste
El informe también revela una tendencia clara: las aerolíneas de bajo coste están expandiendo su dominio en el mercado europeo. Compañías como Ryanair y Wizz Air superaron en 2024 sus niveles de actividad de 2019 en un 34% y 44% respectivamente, incluso en rutas extra europeas, tradicionalmente lideradas por aerolíneas de bandera como Lufthansa y Air France.
La revisión del RCDE, programada para el próximo año, representa una oportunidad para corregir estas lagunas legislativas. Sin embargo, la industria aérea muestra señales de retroceso climático. Algunos directores ejecutivos de aerolíneas han solicitado abiertamente a la UE debilitar las normas de tarificación del carbono, promoviendo en su lugar el sistema global de compensación CORSIA, que cobra hasta 23 veces menos por contaminar que el RCDE ampliado. Según Serrano, “confiar en CORSIA es un falso ahorro. Es la peor opción, tanto ambiental como financieramente. Un RCDE ampliado tendría un mayor impacto positivo para las economías europeas y el medio ambiente”.
La situación pone en riesgo los objetivos climáticos europeos, establecidos en la Ley Europea del Clima de 2021 y en la Ley del Cambio Climático y Transición Energética de España. Los tres pilares de la UE —competitividad, seguridad y sostenibilidad— se ven comprometidos si el sector aéreo no alinea sus prácticas con las metas de reducción de emisiones. La falta de regulación efectiva para las emisiones de vuelos intercontinentales y la resistencia de las aerolíneas a asumir su responsabilidad climática podrían socavar los esfuerzos colectivos para combatir el cambio climático.
Mientras el sector de la aviación europea celebra su recuperación económica, el impacto ambiental de esta reactivación plantea un desafío urgente. La revisión del RCDE en 2026 será clave para determinar si Europa puede avanzar hacia una aviación más sostenible o si, como advierte T&E, el concepto de “aviación verde” seguirá siendo una quimera.
Las rutas europeas con más emisiones en 2024 eran todas intercontinentales, con Londres-Nueva York a la cabeza. Actualmente, estas emisiones no se incluyen en los mercados de carbono de la UE, Suiza o el Reino Unido, que sólo se aplican a los vuelos dentro de Europa. En consecuencia, ninguna compañía aérea tuvo que pagar por sus emisiones en las rutas más contaminantes con salida de Europa. El estudio de T&E sugiere que hasta el 70% de las emisiones de CO₂ de la aviación siguieron sin tener precio en 2024.
La UE revisará su régimen de comercio de derechos de emisión el año que viene, lo que brindará la oportunidad de subsanar este defecto fundamental ampliando su ámbito de aplicación a todos los vuelos de salida. Pero la revisión se producirá en medio de señales de retroceso climático por parte de la industria de la aviación, con directores ejecutivos de destacadas aerolíneas pidiendo abiertamente a la UE que debilite sus normas de tarificación del carbono.
En este contexto hay que recordar que los tres pilares europeos son competitividad, seguridad y sostenibilidad. Los tres de máxima relevancia. No se puede cumplir con la tercera en ningún caso si se va en contra de los objetivos climáticos acordados por todos los europeos en 2021, y que fueron plasmados en la Ley Europea del Clima a nivel UE, y en España en la Ley del Cambio Climático y Transición Energética a nivel nacional.