Los científicos de todo el mundo intentaron descifrar, en las últimas décadas, uno de los mayores enigmas del cambio climático: ¿cuánto carbono almacenan realmente los bosques del planeta? Con más de 3 billones de árboles (se estima que existen 422 árboles por persona) dispersos en zonas tan vastas como el Amazonas, el Congo o las junglas de Indonesia, la tarea de medir la capacidad de los “pulmones verdes” de la tierra siempre fue inabordable… hasta ahora. Pero, eso está a punto de cambiar.
La semana pasada, la Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó con éxito desde la Guayana Francesa, el satélite Biomass. Se trata de un aparado diseñado para mirar más allá del dosel verde de las selvas, e indagar en sus secretos más profundos. Los troncos, las ramas y los tallos donde se esconden la mayor parte del carbono forestal. Esas mediciones actúan como un indicador del almacenamiento de carbono, cuya evaluación es el principal objetivo de la misión
El satélite despegó a bordo de un cohete Vega-C desde el puerto espacial europeo de Kourou, Guayana Francesa, el jueves 29 de abril a las 11:15 CEST (06:15 hora local). Menos de una hora después del lanzamiento, Biomass se separó de la etapa superior del cohete. A las 12:28 CEST, los controladores de satélites del Centro Europeo de Operaciones Espaciales de la ESA en Alemania recibieron la primera señal importante, transmitida por la estación terrestre Troll en la Antártida, de que Biomass está funcionando como se esperaba en órbita.
Es la primera vez que un satélite puede “pesar” directamente cuánta biomasa leñosa hay en los bosques del planeta. Por ahora, se dice que Biomass está en la fase crítica, lo que implica una serie de maniobras complejas para desplegar el reflector de malla de 12 metros de ancho del satélite, apoyado por un brazo de 7,5 metros, y un radar de apertura sintética de banda P, con una frecuencia con longitudes de onda mucho más largas que las empleadas por los satélites anteriores. Una vez finalizada la fase actual, Biomass se unirá a la cartera de misiones pioneras operadas desde el centro de control de misión de la ESA.
El aparato brinda resultados mucho más precisos y detallados que los satélites lanzados hasta ahora, porque permite ver las copas, las ramas y las hojas de los árboles, incluso sus profundidades. Sería algo así como una tomografía computada de la floresta, que permitirá determinar la deforestación y la degradación, especialmente en las regiones tropicales, que están liberando el carbono almacenado a la atmósfera exacerbando el cambio climático.
Mediante múltiples imágenes de una misma zona, el satélite permite construir imágenes tridimensionales del interior de los bosques y posibilita determina la cantidad de carbono almacenado en la madera. Esa posibilidad, combinada con la observación a través de las nubes - algo clave en regiones tropicales con cielo casi siempre cubierto - marca una diferencia radical con respecto a misiones anteriores como Landsat.
Los líderes mundiales se comprometieron a detener la pérdida de bosques para 2030, pero la deforestación no deja de avanzar. Con este nuevo instrumento, los científicos contarán con una herramienta de precisión para monitorear ese compromiso y evaluar el verdadero papel de los bosques como sumideros de carbono.
En el desarrollo de esta misión participaron 50 empresas lideradas por Airbus en el Reino Unido, con colaboración de la compañía estadounidense L3Harris Technologies, especializada en antenas espaciales desplegables de gran tamaño. Biomass es resultado de más de 20 años de trabajo científico e ingenieril. El proyecto fue impulsado por el físico británico Shaun Quegan, de la Universidad de Sheffield, y por John Remedios, del Centro Nacional de Observación de la Tierra.
En los próximos seis meses, el equipo de Biomass comenzará a generar los primeros mapas globales de biomasa forestal, con actualizaciones anuales previstas durante los cinco años que durará la misión. Esos datos permitirán no solo conocer cuánto carbono permanece almacenado, sino también cuánto se pierde a causa de la deforestación.