¿Las inundaciones van a ser la nueva normalidad cada vez que llueva?

Sustentabilidad

Entre ayer y hoy, el departamento de Vera, al norte de la provincia de Santa Fe, fue azotado por una tormenta extrema que dejó 420 mm de lluvia en poco más de cuatro horas, obligando a evacuar a 117 personas. Las precipitaciones comenzaron a las 19:30 y, para la medianoche, imágenes y videos de inundaciones y anegamientos en zonas rurales y urbanas se viralizaron en redes sociales, recordando otros eventos similares que han golpeado al país este año.

 Este temporal es el tercero de 2025 que evidencia fenómenos climáticos extremos, tras los devastadores sucesos de Bahía Blanca en marzo y el norte de la provincia de Buenos Aires a mediados de mayo, que dejaron 22 muertos, un desaparecido y miles de evacuados.

Afortunadamente, en Vera no se reportaron víctimas fatales ni daños significativos en infraestructura, aunque las consecuencias de los eventos previos plantean preguntas sobre la relación de estas tormentas con el cambio climático y su posible agravamiento en el futuro.

¿Una nueva normalidad climática?

Expertos señalan que estos fenómenos reflejan una “nueva normalidad” marcada por eventos climáticos más intensos y frecuentes. Marisol Osman, climatóloga del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) y de la Universidad de Buenos Aires (UBA), explica: “El aire caliente tiene la capacidad de almacenar más humedad. Es física”. Este principio, ligado al calentamiento global, aumenta la probabilidad de tormentas como las que afectaron a Vera, Buenos Aires y Bahía Blanca. Según la NASA, la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera alcanza hoy 430 partes por millón, con un aumento de la temperatura global de 1,5°C respecto a la era preindustrial, atribuido principalmente a la actividad humana de los últimos 150 años. Este calentamiento, el más rápido en 2000 años, está alterando los patrones climáticos mundiales.

¿Las inundaciones serán la nueva realidad cada vez que llueva?

No necesariamente cada lluvia desembocará en inundaciones, pero la probabilidad de eventos extremos está aumentando. Estudios muestran que, en Argentina, las precipitaciones han crecido en las últimas seis décadas, especialmente en el centro, este y noreste, con un incremento de 100 a 150 mm en verano y hasta 200-300 mm anuales en provincias como Entre Ríos. La región del Río de la Plata y el Paraná, que incluye Vera y el norte bonaerense, es particularmente vulnerable a tormentas extremas, donde en pocos días puede caer el equivalente a meses de lluvia. Friederike Otto, de World Weather Attribution (WWA), señaló que las lluvias en Bahía Blanca fueron hasta un 30% más intensas debido al cambio climático, y es probable que un efecto similar haya influido en las inundaciones bonaerenses recientes. Sin embargo, la meteorología no es taxativa, y otros factores como los ciclos de El Niño y La Niña o las condiciones locales también influyen.

¿Las inundaciones son solo consecuencia del cambio climático?

Las inundaciones no son exclusivamente consecuencia del cambio climático; múltiples variables convergen. Factores climáticos, como la cantidad y duración de la lluvia, se combinan con condiciones geográficas (relieve, tipo de suelo, vegetación) y político-sociales (densidad poblacional, infraestructura). El Banco Mundial critica la respuesta histórica de Argentina, basada en “infraestructuras grises” como canales de drenaje y defensas de concreto, implementadas a nivel municipal sin coordinación regional, lo que limita su eficacia. Además, la urbanización descontrolada, la deforestación y el avance de monocultivos impermeabilizan el suelo, agravando el impacto de las lluvias. En Bahía Blanca, por ejemplo, la falta de sistemas de alerta temprana y drenaje eficiente exacerbó los daños. La ausencia de planificación urbana integral y el crecimiento en zonas inundables también incrementan la vulnerabilidad, afectando al 28% de la población argentina que vive en áreas de riesgo.

¿Cuánto es el costo de la reconstrucción de ciudades o pueblos inundados?

El costo de la reconstrucción varía según la magnitud del evento y la zona afectada. El Banco Mundial estima que las inundaciones en Argentina generan pérdidas anuales de entre USD 500 y USD 1.400 millones en activos (infraestructura, viviendas) y entre USD 1.500 y USD 3.900 millones en bienestar social. En Bahía Blanca, las inundaciones de marzo de 2025 dejaron pérdidas calculadas en USD 400 millones, con más de 300.000 personas afectadas y 1.400 desplazadas. En eventos históricos, como las inundaciones de 1991-92 en el Litoral, las pérdidas alcanzaron USD 905 millones. A futuro, sin medidas de adaptación, el cambio climático podría costarle al país hasta USD 20.000 millones para 2030, incluyendo reconstrucción y mitigación. Estos costos no incluyen impactos indirectos, como la interrupción de actividades económicas o el aumento de la pobreza, que afecta al 0,14% de la población por evento y hasta el 1,5% en inundaciones extremas.

¿El gobierno se encarga de las zonas afectadas?

En el caso de Vera, la Municipalidad informó que personal de la Secretaría de Protección Civil de la provincia está trabajando en la zona, con 75 personas aún evacuadas y 1.600 asistidas en sus hogares, aunque el 90% de la ciudad ya se estabilizó. En las inundaciones de Buenos Aires, el gobierno nacional y provincial respondieron con medidas de emergencia: la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, priorizó la evacuación de niños varados y la liberación de rutas. En Bahía Blanca, el gobierno provincial desplegó helicópteros, embarcaciones, ambulancias y camiones con alimentos, mientras el intendente Federico Susbielles coordinó asistencia y rescate. Sin embargo, la respuesta gubernamental enfrenta críticas por la falta de sistemas de alerta temprana, recortes presupuestarios al Servicio Meteorológico Nacional (31% en 2024) y una planificación urbana deficiente que no aborda la vulnerabilidad a largo plazo. Organizaciones como Fundación Sí han impulsado campañas de donaciones para apoyar a los afectados, evidenciando la necesidad de mayor coordinación y recursos estatales.

Hacia un futuro más resiliente

La ciencia advierte que, mientras la temperatura global siga aumentando, los eventos de lluvia extrema serán más frecuentes e intensos. Aunque el cambio climático es un factor clave, la falta de infraestructura adecuada, la urbanización descontrolada y la degradación ambiental agravan las consecuencias. Los expertos instan a implementar soluciones basadas en la naturaleza, como humedales urbanos, junto con sistemas de alerta temprana y una planificación coordinada entre municipios y provincias. La experiencia de países como los Países Bajos, que combinan infraestructura y soluciones verdes, es un modelo a seguir. En Argentina, la inversión en adaptación al cambio climático y la gestión integral del riesgo son esenciales para reducir el impacto de estas “nuevas normalidades” climáticas.