La realidad supera a la ficción: Aire limpio enlatado

Sustentabilidad

En 2025, la idea de pagar por respirar aire limpio ha dejado de ser una fantasía distópica para convertirse en una realidad inquietante. En grandes urbes como Beijing, donde la contaminación atmosférica alcanza niveles críticos y el esmog oculta los rascacielos, una empresa canadiense ha transformado la crisis ambiental en una oportunidad de negocio.

Su producto estrella: latas de aire puro recolectado en las Montañas Rocosas, comprimido con técnicas avanzadas y listo para inhalar. Los precios varían entre 10 y 60 dólares, siendo la lata de 3 litros —que ofrece hasta 80 inhalaciones por 19 dólares— la más demandada.

Este aire importado, sin aromas, colores ni aditivos, se ha convertido en un símbolo de estatus en ciudades donde las mascarillas son tan esenciales como el celular. Las principales consumidoras son mujeres con alto poder adquisitivo, que buscan un respiro en medio de la polución, y clubes nocturnos exclusivos que ofrecen “bocanadas VIP” como una experiencia de lujo. “Es como tomar un sorbo de naturaleza en medio del caos urbano”, comentó una clienta habitual en Beijing, donde los índices de calidad del aire suelen superar los límites considerados seguros por la Organización Mundial de la Salud.

La tendencia no es del todo nueva. En 2017, un filántropo chino vendió 80 millones de latas de aire en solo tres días, no con fines de lucro, sino como una protesta simbólica contra los estragos de la industrialización descontrolada. Su mensaje resonó globalmente, pero lo que entonces era un acto de activismo hoy se ha transformado en un negocio millonario. Empresas como la canadiense Vitality Air reportan ventas crecientes, especialmente en mercados asiáticos y en ciudades como Nueva Delhi y Ciudad de México, donde la contaminación también es un problema grave. Sin embargo, la ironía no pasa desapercibida: muchos de los compradores pertenecen a los sectores industriales y económicos que más han contribuido al deterioro del aire que antes era gratuito.

El fenómeno no se limita a la novedad. Según expertos, la demanda de aire enlatado refleja un fallo colectivo en abordar la crisis climática. “Esto no es una solución, es un síntoma”, afirma la doctora Li Mei, especialista en salud pública de la Universidad de Tsinghua. “Necesitamos políticas ambientales más estrictas, una transición hacia energías renovables y regulaciones que controlen las emisiones industriales. Vender aire limpio es un parche que no ataca la raíz del problema”. A pesar de ello, la industria del aire embotellado no para de crecer, con proyecciones que estiman un mercado global de 200 millones de dólares para 2030.

Mientras tanto, la popularidad de estas latas plantea preguntas inquietantes: ¿hasta dónde llegará la mercantilización de los recursos esenciales? En un mundo donde el agua embotellada ya es omnipresente, el aire limpio podría seguir el mismo camino, convirtiéndose en un producto de importación más, como los recuerdos de un cielo azul que las nuevas generaciones apenas conocen. La indiferencia ante la crisis ambiental, advierten los expertos, nos está costando caro, y el precio de una bocanada de aire fresco es solo el comienzo.