El drama del Niño en Amazonía: el río Negro llegó a nivel mínimo récord

Sustentabilidad

Hay alerta mundial por la salud de la población y de la fauna, y pronósticos de que la crisis podría agravarse
La severa sequía de enfrenta la Amazonía brasileña, con una disminución del caudal del río Amazonas y sus afluentes a mínimos históricos, afecta ya a 633.000 personas y a 62 ciudades. El boletín diario de la Defensa Civil del estado de Amazonas (norte) indicó que la sequía mantiene a 59 ciudades en situación de emergencia, a una en alerta y otras dos en proceso de normalización, con 151.000 familias afectadas. La sequía comenzó en abril, y es una de las peores que asolaron la región.

Se cree que el fenómeno se debe al aumento de la temperatura del Océano Atlántico y al fenómeno climático de El Niño, que está calentando al continente sudamericano y creando un clima más seco en la Amazonia.

El río Negro, el afluente del Amazonas que baña Manaos - la capital regional - y su puerto, registró esta semana su menor nivel desde que empezó el monitoreo en 1902: 13,19 metros. Desde el centro de la ciudad hasta el puerto, sólo queda un pequeño riacho de lo que fue un caudaloso río. La estructura flotante está encallada. Y el olor a pescado podrido es casi insoportable, con miles de peces muertos que se mezclan con el lodo y son devorados por los buitres. Ocurre que la poca agua hace que el río se caliente más rápido y tenga menor concentración de oxígeno matando a los peces. Recientemente se contabilizaron 150 delfines rosados muertos. Con los bloques de lodo que se forman, los barqueros tienen que ser hábiles para no quedarse atascados en el barro.

La previsión es que siga disminuyendo hasta principios de noviembre, cuando termine la estación seca. El récord máximo jamás medido fue de 30,02 metros el 16 de junio de 2021. Hoy en día, algunos de los ríos del estado parecen caminos de barro con bolsas de agua y botes atascados.

En Paraná do Barroso, donde el rio Negro confluye con el Solimões formando lo que era una espectacular unión de aguas, un banco de arena cerró el paso a las embarcaciones, con apenas una profundidad de escasos treinta centímetros en algunos tramos. En la comunidad de Bom Intento, el único acceso es un pequeño arroyo que queda de lo que fuera un caudaloso río, pero ni una canoa pequeña puede maniobrar sola en tanto que las personas cruzan el charco caminando por el suelo agrietado durante kilómetros con provisiones hasta sus casas. En el municipio de Parintins, incluso los igarapés, que son pequeñas lagunas, se han secado. 32 comunidades y más de 1.300 familias están prácticamente aisladas.

Se especula que unas 500.000 personas se quedarían sin acceso a agua potable y alimentos. La central hidroeléctrica de Santo Antônio dejó de funcionar, tras registrar un caudal un 50% inferior a la media histórica del río Madeira. Incluso quedaron al descubierto grabados rupestres antiguos, reaparecidos por la bajante. Los expertos estiman que los petroglifos, como también se conocen esos grabados, tienen entre 1000 y 2000 años. Los grabados son formas de rostros humanos en las paredes rocosas del yacimiento arqueológico de Lajes, a orillas del río. La última vez que fueron visibles fue durante la sequía de 2010. Otro bloque de roca de estos grabados sigue bajo el agua, pero debería aparecer en los próximos días si el caudal del río sigue descendiendo. El yacimiento arqueológico de Lajes abarca un área que incluye taludes de tierra negra, fragmentos de cerámica y urnas funerarias, así como grabados. Sin embargo, gran parte de ellos desaparecieron debido a la actividad humana y a las obras de construcción ilegales.