#FreeKshamenk

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Desde 1992, Kshamenk, una orca macho, ha vivido en el oceanario Mundo Marino, ubicado en San Clemente del Tuyú. Esta orca, capturada a los cinco años, ha pasado más de tres décadas en cautiverio, convirtiéndose en el centro de atención de diversas organizaciones defensoras de los derechos de los animales.

 Desde hace más de 10 años, dichas organizaciones han solicitado su liberación, ya que Kshamenk es actualmente la última orca en cautiverio en toda Sudamérica.

Su caso ha sido ampliamente difundido desde que la ONG canadiense UrgentSeas publicó un video que se hizo viral en redes sociales, en el que se observa a la orca inmóvil en un pequeño estanque. Esas imágenes recorrieron el mundo, conmoviendo a los animalistas, y desatando una ola de críticas hacia este oceanario.

“Kshamenk lleva más de 30 años encerrado en ese oceanario entreteniendo a la gente; esa ha sido básicamente toda su vida desde que fue capturado”, comentó Mauricio Trigo, abogado defensor de los derechos de los animales, en una entrevista.

Mundo Marino, el oceanario más grande de Argentina, defendió su posición, alegando que las imágenes compartidas en redes han sido manipuladas para generar una percepción negativa sobre la salud de Kshamenk. Según la institución, la orca fue rescatada en 1992 tras quedar atrapada en una malla en la Bahía de Samborombón. Al intentar devolverla al mar, los expertos del oceanario aseguraron que su reinserción era inviable y que su liberación pondría en riesgo su vida.

Sin embargo, los activistas disputaron esta versión, argumentando que Kshamenk fue capturada de manera intencional para ser parte de los espectáculos del oceanario y para hacerle compañia a la orca hembra que ya tenian en cautiverio.

“Lo que se sabe por testigos es que dos embarcaciones de Mundo Marino la atraparon con una red, esa es la realidad”, explicó María Rosa Golía, experta en derechos de animales marinos. Según Golía, muchos oceanarios del mundo capturan orcas jóvenes debido a su tamaño, peso y la posibilidad de adiestrarlas más fácilmente.

Activistas y defensores de los derechos de los animales están preocupados no solo por el cautiverio prolongado de Kshamenk, sino también por su estado de salud. En los últimos años, han surgido denuncias sobre el deterioro físico del animal.

Dalila Lewis, una de las activistas más vocales en este caso, declaró: “El año pasado se le veía en un estado deplorable, había consumido su peso a casi más de la mitad”.

Sin embargo, el oceanario informó que la orca se encuentra en excelente estado de salud. “Con un equipo de tres veterinarios y ocho cuidadores, respaldados por siete especialistas externos”, según su sitio web oficial. Además, al animal se le realizan controles de salud mensuales, como parte de un plan de medicina preventiva que incluye análisis de sangre y muestras de contenido gástrico y flujo respiratorio, que hasta ahora, han entregado resultados normales para su edad.

A pesar de esa información, los animalistas presentaron un recurso de amparo ante la justicia para evaluar realmente el estado de salud de la orca, con el objetivo de detener sus participaciones en espectáculos y, eventualmente, permitir su retorno paulatino a su hábitat natural.

Sobre esa posibilidad, el oceanario explica que esto podría afectar su salud. “Regresarla al mar sería imposible sin poner en grave riesgo su vida. Las orcas son animales altamente sociales que viven en grupos complejos y dependen de su manada para cazar, alimentarse y protegerse. Adaptar a Kshamenk (un animal geronte que ya superó su expectativa de vida) a esta dinámica sería imposible, ya que su supervivencia dependería tanto de su aceptación por parte de un nuevo grupo de orcas como de su capacidad para cazar de forma independiente, ambas altamente improbables. Por otro lado, se desconoce el paradero y el estado del grupo de orcas al cual pertenecía previamente, lo que complica aún más la posibilidad de una reinserción exitosa en la naturaleza”, escriben en su sitio oficial.

A su vez, aseguraron que actualmente “no existen santuarios, reservas o instalaciones en ambientes seminaturales habilitados con la capacidad necesaria de cuidar a una orca como Kshamenk”.

La liberación de Kshamenk sigue siendo incierta, mientras activistas y defensores de animales esperan con ansias el veredicto judicial. La lucha por su libertad refleja un debate más amplio sobre el bienestar de los animales en cautiverio y el rol que juegan los oceanarios en la conservación y explotación de especies marinas.

Kshamenk sigue siendo un símbolo de la controversia sobre el trato a los animales en cautiverio, y su historia recuerda la necesidad de repensar la relación entre los seres humanos y las criaturas del océano.