La contaminación ambiental y el Alzheimer son primos hermanos

Sustentabilidad

 

En Argentina son unos 300.000 los afectados por la enfermedad, pero la contaminación del transporte se combate a fuerza de desmesurados gravámenes (y de inefable y aparatosa retórica).

Un estudio realizado en Estados Unidos, publicado por la revista especializada Neurology, indica que las personas expuestas a altos niveles de contaminación del aire (especialmente la generada por los vehículos) tienen mayores probabilidades de desarrollar condiciones relacionadas con la enfermedad de Alzheimer. “Quienes respiran contaminación, tienen mayores chances de tener altas cantidades de placas amiloideas en el cerebro”, indica el estudio.

El Alzheimer es un trastorno del cerebro que empeora con el tiempo. Se caracteriza por cambios en el cerebro que derivan en depósitos de ciertas proteínas. La enfermedad de Alzheimer hace que el cerebro se encoja y que las neuronas cerebrales, a la larga, mueran. Es la causa más común de demencia, un deterioro gradual en la memoria, el pensamiento, el comportamiento y las habilidades sociales. Esos cambios afectan la capacidad de funcionamiento de una persona.

Los autores, coordinados desde la Emory University de Atlanta (EE.UU.), destacan que el estudio no prueba que la contaminación del aire provoque más placas amiloideas en el cerebro, pero sí pretende mostrar una clara asociación.

Determinaron que la exposición a las partículas en suspensión, o materia particulada, está asociada con el mal de Alzheimer, y la hipótesis es que causa inflamación y estrés oxidante en el cerebro. Esas partículas son diminutos cuerpos sólidos, o gotas muy finas de líquidos dispersos en la atmósfera, y los investigadores apuntaron que se cree que el gen APOE, que implica un riesgo genético mayor de Alzhéimer, se modifica en la asociación con esas partículas. Según la la Alzheimer´s Association de Argentina, la enfermedad es la quinta causa principal de muerte en Argentina, afectando a más de 300.000 argentinos. En todo el mundo, al menos 44 millones de personas viven con demencia, lo que convierte a la enfermedad en una crisis de salud global que debe abordarse.

Para el estudio, los investigadores examinaron el tejido cerebral de 224 personas que aceptaron donar su cerebro al morir para avanzar en la investigación sobre la demencia. Los voluntarios fallecieron a una edad promedio de 76 años. Los investigadores observaron la exposición a la contaminación del aire relacionada con el tráfico, según la dirección de la casa de las personas en el área de Atlanta en el momento de la muerte.

El nivel medio de exposición en el año anterior a la muerte fue de 1,32 microgramos por metro cúbico (ug/m 3) y de 1,35 ug/m 3 en los tres años anteriores a la muerte. Luego, los investigadores compararon la exposición a la contaminación con medidas de los signos de la enfermedad de Alzheimer en el cerebro: placas amiloideas y “ovillos de tau” (aglomeraciones anómalas de proteínas entrelazadas dentro de las neuronas características de la enfermedad).

Descubrieron que las personas con mayor exposición a la contaminación del aire, uno y tres años antes de morir, tenían mayores probabilidades de tener niveles más altos de placas amiloideas en el cerebro. Las personas con una exposición 1 g/m 3 más alta a PM 2,5 en el año anterior a la muerte tenían casi el doble de probabilidades de tener niveles más altos de placas, “mientras que aquellas con una mayor exposición en los tres años antes de la muerte tenían un 87% más de probabilidades de tener niveles más altos de placas” consigna el estudio.

Los investigadores también analizaron si tener la principal variante genética asociada con la enfermedad de Alzheimer, APOE e4, tenía algún efecto sobre la relación entre la contaminación del aire y los signos de la enfermedad de Alzheimer en el cerebro. Descubrieron que la relación más fuerte entre la contaminación del aire y los signos de Alzheimer se daba entre aquellos que no tenían la variante genética.