Argentina sigue desojando la margarita energética

Sustentabilidad

El mundo consiguió en el 2022 que un 40% de sus energías sean renovables. Argentina, no… y está muy (pero muy lejos) de ese nivel.
Un reciente informe de la organización intergubernamental Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA por sus siglas en inglés) da cuenta que en 2022 se produjo el mayor aumento anual de la historia de las energías renovables, que ahora representa el 40% de la capacidad energética instalada mundial.

Pese a ello, la escala y el alcance de ese crecimiento es desigual y no alcanza una trayectoria justa y equitativa. “Si se quieren satisfacer las necesidades de la trayectoria de 1,5 °C – indica el informe - es necesario eliminar gradualmente los combustibles fósiles y cuadruplicar las inversiones anuales en la transición energética”. Y agrega que “triplicar la energía renovable y duplicar la eficiencia energética para 2030 es la forma más realista, accesible y rentable de cerrar la brecha de la transición energética y realinearse con los objetivos del Acuerdo de París”.

En el caso argentino, el país está muy por debajo de ese porcentaje promedio mundial. Jaqueada por la inestabilidad económica y la inseguridad jurídica, para generar electricidad Argentina utiliza 38% de carbón, 23% de gas natural, y 4% de petróleo. Solo 35% restante corresponde fuentes consideradas limpias: energía hidroeléctrica 16%; energía nuclear 10%; y, solamente el 10% a energías renovables. A fines del tercer trimestre del año, Argentina contaba con 205 proyectos operativos, inscriptos en el “Régimen de Fomento Nacional para el uso de Fuentes Renovables de Energía” eléctrica.

Se sabe que la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de los países del Grupo de los 20 (G20), “pero los compromisos de energía renovable son menos de la mitad de lo que deben ser para alinearse con el objetivo global de triplicar las energías renovables”, indica el informe.

Los datos son elocuentes. Según IRENA, como parte del Acuerdo de París de 2015, los países se comprometieron a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a través de sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés). A finales de octubre de 2023, se habían presentado 195 NDC. 178 de los cuales eran nuevos o actualizados. Sin embargo, solo 108 NDC que representan el 84% de las emisiones mundiales de GEI indican mayores ambiciones en términos de objetivos de reducción de emisiones.

En un análisis de 95 Partes del G20, los llamados países subdesarrollados o “países menos adelantados” (PMA) y los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID), solo un tercio de las Partes han alineado plenamente las NDC y las políticas nacionales. El resto están parcialmente alineados o completamente desalineados. Los PMA contribuyen con menos del 4% de las emisiones mundiales de GEI, pero se ven afectados de manera desproporcionada por el cambio climático, y siguen siendo particularmente vulnerables debido a sus estructuras económicas, ubicaciones geográficas y capacidad de adaptación limitada.

Por lo tanto, a partir de 2022, “los PMA manifestaron su intención de duplicar su capacidad instalada renovable para alcanzar un total de 105 gigavatios (GW) en 2030. De acuerdo con sus NDC, les quedan 58 GW por agregar para lograr sus objetivos establecidos. Sin embargo, el logro de este objetivo depende de que se reciba el apoyo de la comunidad internacional”, consignó IRENA.