¿Basura en la luna? ¡Sí ladies and gentlemen!

Sustentabilidad

Hay mucha basura en la Luna en este momento, incluidas casi 100 bolsas de desechos humanos, y con países de todo el mundo viajando a la Luna, habrá mucha más, tanto en la superficie lunar como en la órbita de la Tierra.

En agosto de 2023, la sonda rusa Luna-25 se estrelló contra la superficie de la Luna, mientras que la misión Chandrayann-3 de la India aterrizó con éxito en la región polar sur, convirtiendo a la India en el cuarto país en aterrizar en la Luna.

A medida que más países aterrizan en la Luna, la gente en la Tierra tendrá que pensar en qué sucede con todos los módulos de aterrizaje, los desechos y los restos diversos que quedan en la superficie lunar y en órbita.

El espacio se está volviendo cada vez más concurrido

La gente piensa que el espacio es vasto y vacío, pero el entorno cercano a la Tierra está empezando a estar abarrotado. Los gobiernos y empresas privadas como SpaceX y Blue Origin tienen previstas hasta 100 misiones lunares durante la próxima década.

La órbita cercana a la Tierra está aún más congestionada que el espacio entre la Tierra y la Luna. Está entre 160 y 800 kilómetros en línea recta, en comparación con los 385.000 kilómetros que separan a la Luna. Actualmente hay casi 7.700 satélites a unos pocos cientos de kilómetros de la Tierra. Ese número podría aumentar a varios cientos de miles en 2027. Muchos de estos satélites se utilizarán para llevar Internet a los países en desarrollo o para monitorear la agricultura y el clima en la Tierra. Empresas como SpaceX han reducido drásticamente los costos de lanzamiento, lo que impulsa esta ola de actividad.

"Será como una autopista interestatal, en hora pico durante una tormenta de nieve, con todos conduciendo demasiado rápido", dijo el experto en lanzamiento espacial Johnathan McDowell a Space.com 

El problema de la basura espacial

Toda esta actividad genera peligros y desechos. Los humanos han dejado un montón de basura en la Luna, incluidos restos de naves espaciales como cohetes propulsores de más de 50 aterrizajes forzosos, casi 100 bolsas de desechos humanos y objetos diversos como una pluma, pelotas de golf y botas. En total, suman alrededor de 200 toneladas de nuestra basura.

Como nadie es dueño de la Luna, nadie es responsable de mantenerla limpia y ordenada.

El desorden en la órbita de la Tierra incluye naves espaciales fuera de servicio, cohetes propulsores agotados y objetos desechados por los astronautas, como un guante, una llave inglesa y un cepillo de dientes. También incluye pequeños trozos de escombros como motas de pintura.

Hay alrededor de 23.000 objetos de más de 10 cm y alrededor de 100 millones de piezas de escombros de más de 1 mm. Los diminutos trozos de basura pueden no parecer un gran problema, pero esos escombros se mueven a 24.140 kph, 10 veces más rápido que una bala. A esa velocidad, incluso una mota de pintura puede perforar un traje espacial o destruir una pieza sensible de un dispositivo electrónico.

En 1978, el científico de la NASA Donald Kessler describió un escenario en el que las colisiones entre fragmentos de escombros en órbita crean más escombros y la cantidad de escombros crece exponencialmente, lo que podría hacer que la órbita cercana a la Tierra sea inutilizable. Los expertos lo llaman el “síndrome de Kessler”.

Allí arriba no hay nadie al mando

El Tratado de las Naciones Unidas sobre el Espacio Ultraterrestre de 1967 establece que ningún país puede “poseer” la Luna ni ninguna parte de ella, y que los cuerpos celestes sólo deben utilizarse con fines pacíficos. Pero el tratado no dice nada sobre las empresas y los individuos, y no dice nada sobre cómo se pueden o no utilizar los recursos espaciales.

El Acuerdo de las Naciones Unidas sobre la Luna de 1979 establecía que la Luna y sus recursos naturales eran patrimonio común de la humanidad. Sin embargo, Estados Unidos, Rusia y China nunca lo firmaron y en 2016 el Congreso estadounidense creó una ley que dio rienda suelta a la industria espacial comercial estadounidense con muy pocas restricciones.

Debido a su falta de regulación, la basura espacial es un ejemplo de una “tragedia de los comunes”, donde muchos intereses tienen acceso a un recurso común, y este puede agotarse y volverse inutilizable para todos porque ningún interés puede impedir que otro sobreexplote el recurso.

Los científicos sostienen que, para evitar una tragedia de los bienes comunes, el entorno espacial orbital debería considerarse un bien común global digno de protección por parte de las Naciones Unidas. El autor principal de un artículo de Nature que abogaba por un bien común global presentó un escrito amicus curiae (un tipo de comentario externo que ofrece apoyo o experiencia) en un caso que llegó al Tribunal de Apelaciones de Estados Unidos para el Circuito del Distrito de Columbia a fines de 2021.

El autor y sus colaboradores en la investigación argumentaron que las normas medioambientales estadounidenses deberían aplicarse a la concesión de licencias para los lanzamientos espaciales. Sin embargo, el tribunal se negó a pronunciarse sobre la cuestión medioambiental porque consideró que el grupo carecía de legitimación.

Es probable que los intereses geopolíticos y comerciales nacionales prevalezcan sobre los esfuerzos de conservación interplanetaria a menos que las Naciones Unidas actúen. Es posible que surja un nuevo tratado del trabajo de la Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre de las Naciones Unidas, que en mayo de 2023 generó un documento de políticas para abordar el desarrollo sostenible de las actividades en el espacio.

La ONU sólo puede regular las actividades de sus estados miembros, pero tiene un proyecto para ayudar a los estados miembros a elaborar políticas a nivel nacional que promuevan los objetivos del desarrollo sostenible.

La NASA ha creado y firmado los Acuerdos Artemis, principios amplios pero no vinculantes para la cooperación pacífica en el espacio. Han sido firmados por 28 países, pero la lista no incluye a China ni a Rusia. Las empresas privadas tampoco son parte de los acuerdos, y algunos empresarios espaciales tienen mucho dinero y grandes ambiciones.

La falta de regulación y la actual estrategia de fiebre del oro en la exploración espacial implican que la basura y los desechos espaciales seguirán acumulándose, como también los problemas y peligros asociados.