Otro lapidario informe sobre el cambio climático difundió las Naciones Unidas

Sustentabilidad

El diagnóstico parece extraído del libro bíblico el Apocalipsis solo que, en este caso, no se refiere al futuro sino a un inquietante presente
El aumento del nivel del mar alcanzó un record de 3,7 milímetros anuales entre 2006 y 2018: casi tres veces más que el promedio registrado entre 1901 a 1971 de 1,3 milímetros. Entre 2010 y 2020, la mortalidad humana por inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces superior en las regiones altamente vulnerables, donde vive la mitad de la población del planeta.

El cambio climático aumentó también la incidencia de enfermedades transmitidas por los alimentos. Y además el aumento de las temperaturas, causa pérdidas cada vez más irreversibles en los ecosistemas terrestres, de agua dulce, “criosféricos” y costeros, y de mar abierto. Aproximadamente la mitad de la humanidad vive una grave escasez de agua durante al menos parte del año, debido a una combinación de factores climáticos y no climáticos. Tales son algunos de las inquietantes novedades aportadas por un nuevo informe del IPCC (acrónimo en inglés del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas) sobre “Cambio Climático 2023” presentado la semana pasada.

Tal vez lo más significativo, según el documento, es la denuncia del organismo que “la influencia humana es muy probablemente el principal impulsor de estos aumentos desde, al menos, 1971”. Según la entidad, se produjeron cambios rápidos en la atmósfera, el océano, la criosfera y la biosfera. “El cambio climático causado por el hombre ya está afectando a muchos fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en todas las regiones del mundo. Eso generó “impactos adversos generalizados y pérdidas y daños relacionados con la naturaleza y las personas. Las comunidades vulnerables que históricamente contribuyeron menos al cambio climático actual se ven afectadas de manera desproporcionada”, consigna.

“Es inequívoco que la influencia humana calentó la atmósfera, el océano y la tierra”, destaca. La evidencia de cambios observados en extremos, como olas de calor, fuertes precipitaciones, sequías y ciclones tropicales, y, en particular, su atribución a la influencia humana, se fortaleció aún más desde el informe del organismo del año pasado. “La influencia humana probablemente incrementó la posibilidad de eventos extremos compuestos desde la década de 1950, incluidos los aumentos en la frecuencia de olas de calor y sequías concurrentes”. El cálculo de la entidad da cuenta que aproximadamente entre 3.300 y 3.600 millones de personas viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático.

Las regiones y las personas con limitaciones de desarrollo, tienen una alta vulnerabilidad a los peligros climáticos. “El aumento de los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos llevó a millones de personas a una inseguridad alimentaria aguda y redujo la seguridad hídrica, con los mayores impactos adversos observados en muchas comunidades de África, Asia, América Central y América del Sur, especialmente en los grupos de pequeños productores de alimentos y los hogares de bajos ingresos”, informó.

Los impactos en algunos ecosistemas se están acercando a la irreversibilidad, como los cambios hidrológicos resultantes del retroceso de los glaciares, o los cambios en algunos ecosistemas de montaña y árticos impulsados por el deshielo del permafrost. El cambio climático redujo la seguridad alimentaria y afecta la seguridad hídrica, obstaculizando los esfuerzos para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Aunque se haya verificado un aumento de la productividad agrícola, el cambio climático desaceleró este crecimiento en los últimos 50 años a nivel mundial, con impactos negativos relacionados principalmente en las regiones de latitudes medias y bajas, pero impactos positivos en algunas regiones de latitudes altas. El calentamiento y la acidificación de los océanos afectó negativamente a la producción de alimentos de la pesca y la acuicultura de mariscos en algunas regiones oceánicas.

En todas las regiones, el aumento de los fenómenos de calor extremo dió lugar a mortalidad y morbilidad humanas. Aumentó la incidencia de enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua relacionadas con el clima y la incidencia de enfermedades transmitidas por vectores. En las regiones evaluadas por la entidad, algunos desafíos de salud mental están asociados con el aumento de las temperaturas, el trauma de eventos extremos y la pérdida de medios de vida y cultura.

Los extremos climáticos y meteorológicos están impulsando cada vez más el desplazamiento en África, Asia, América, y los pequeños estados insulares del Caribe y el Pacífico Sur. El cambio climático causó efectos adversos generalizados y pérdidas y daños conexos a la naturaleza y a las personas que están distribuidos de manera desigual entre sistemas, regiones y sectores. La entidad detectó además daños económicos por el cambio climático en sectores expuestos al clima, como la agricultura, la silvicultura, la pesca, la energía y el turismo. “Los medios de vida individuales se vieron afectados, por ejemplo, por la destrucción de viviendas e infraestructura, y la pérdida de bienes e ingresos, la salud humana y la seguridad alimentaria, con efectos adversos sobre el género y la equidad social”. En las zonas urbanas, el cambio climático observado causó efectos adversos en la salud humana, los medios de subsistencia y la infraestructura clave. Los extremos calientes se intensificaron en las ciudades. La infraestructura urbana, incluidos los sistemas de transporte, agua, saneamiento y energía, vieron comprometida por eventos extremos y de evolución lenta, con las consiguientes pérdidas económicas, interrupciones de los servicios e impactos negativos para el bienestar. Los impactos adversos observados se concentran entre los residentes urbanos económica y socialmente marginados.